miércoles, 25 de abril de 2012

Merida, ciudad gatuna

Merida me recibió con los brazos abiertos, radiante y preciosa. Simplemente me fascinó. Nada más dar mis primeros pasos por la ciudad, unos gatitos cachorritos pasaron corriendo delante de mi para meterse en una puerta de un portal antiguo donde alguien les habia dejado comidita y aguita. 
Suspire, estaban cuidados por algún alma inquieta.
Asi llegue al Templo de Diana, y nada más comenzar a rodearle divise la colonia felina. Otra vez con el corazón en un puño por si no estaban cuidados!. Enseguida ví que estaban como en su casa, con la tranquilidad que te da conocer el lugar. Pero después de observarles un rato vi juegos entre ellos, como se tumbaban para echarse a dormir y descansar. Yo también descansé en ese momento y pude contemplar el templo, aunque siempre mirando de reojo a los felinos, impresionantes, a juego con el monumento.
Inolvidable, como pasear acompañada de un maduro escritor sevillano que se brindó a hacer las fotos a los felinos fascinado por mi fascinación por ellos. Cuando le explique lo que me hacian sentir me prometió que en su proximo libro aparecerá, al menos, uno. Otra vez el corazón en un puño.