jueves, 30 de julio de 2009

Don Nadie

Lo primero me gustaria presentarme, mi nombre es... vaya, resulta que ni siquiera tengo nombre. Soy un gato abandonado. En la calle y a su suerte. Nací en un barrio de un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme una fría noche de invierno, mi madre y mis hermanitos pasamos mucho frío pero enseguida los lametones y la leche calentita nos reconfortó.

Apenas había cumplido los dos meses cuando un coche atropelló a mi madre y mis hermanitos y yo tuvimos que apañarnoslas solos, pero pronto llegó la primavera y la vida se vio con otro color.

Poco a poco nos fuimos separando y tomando nuestras propias decisiones, yo me sumergí en una colonia de gatos callejeros que me aceptó no sin antes ponerme en mi sitio, el territorio ya tenia su dueño y yo tendría que acatar las ordenes y obedecer.

Pasaron varios años tranquilos, con mucho cuidado de no perecer entre las ruedas de veloces vehiculos o no ser atacado por los de dos piernas. Algunos de nosotros comieron cosas que les hicieron vomitar sangre y quedarse dormidos para siempre.

Hará unos días que por aqui vinieron unas personas con unas jaulas enormes en las que nos introdujeron comida y en las que caimos varios de nosotros. Nos llevaron a unas instalaciones en las que se leía al entrar "Protectora" y creo, por lo que decian, que nos han castrado. Lo que yo sé es que mi entrepierna se resiente y me tira. Les he bufado, me he intentado alejar de ellos (y mira que nos tratan bien, nos dan de comer, nos miran con ojos tiernos y nos hablan con mucho cariño) pero no nos dejan salir de aquella sala.

Hoy, hemos vuelto a caer en las jaulas, y recorriendo el camino inicial, nos han vuelto a dejar en nuestra colonia. He notado un ligero corte en la oreja, creo que ellos decian que era para no volvernos a coger nuevamente, que era una marca.

Me noto diferente, ya no tengo tantas ganas de seguir a las hembras y de darme largas caminatas por los lugares de alrededor. Me noto más tranquilo, más sereno.

Lo que también noto es que a pesar del miedo que he pasado, me ha reconfortado la presencia de estos dos piernas especiales y diferentes que nos han tratado con respeto y con cariño.

Sé que son un DON NADIE pero con ellos (que me llamaban Rubito) me he sentido identificado, único y especial.